Al principio del camino nos reencontramos con un italiano que conocimos en Grañón, estaba más contento que unas castañuelas. El camino aunque sea en solitario, es muy emotivo.

Hicimos una parada en el Monasterio de San Juan de Ortega.
Ha sido una alegría llegar a la plaza de la Catedral de Burgos, ¡OTRA ETAPA SUPERADA!

Ahora a reponer fuerzas para el próximo tramo.